Pablo Neruda:
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
sábado, 25 de agosto de 2007
Berlín 2007 - Cuaderno de Bitácora
Si la ciudad de París pudiera ser definida como la ciudad del “glamour” y la “elegancia”, y Londres como la de la “clase” y la “tradición”, después de nuestra breve visita a Berlín , capital federal del país más importante de Europa, os diría que esta ciudad se podría asociar a la palabra “mezcla”: mezcla de pasado y presente, de berlineses del Este y del Oeste, de edificios históricos de piedra y ultramodernos de acero y cristal, de tradición y modernidad. Sus gentes, hospitalarias, tratan de convertir a su ciudad en lo que nosotros denominamos “la vanguardia” europea, cultural, económicamente y en cuanto a sus tendencias artísticas.
Sin tratar de alargarme, y a modo de miscelánea, os comento algunas de las circunstancias que más me han llamado la atención en este viaje:
1) La idea de que en 1961, tras la construcción del muro, se formaron dos ciudades (Berlín Este y Oeste) para mí es totalmente falsa. El 90% de los monumentos, itinerarios y lugares de interés que visita cualquier turista se encuentran en la antigua zona Este. En el Oeste quitas una calle comercial y el estadio olímpico, superalejado, y sólo te encuentras suburbios. Cuando en 1945 los rusos tomaron Berlín al ejército nazi, se quedaron con la mejor parte. Las zonas francesa, inglesa y yankee juntas no le llegan ni a la suela. Ya se sabe, quien reparte y reparte… y Stalin parece que gilipollas del todo no era…
2) En su momento sería una putada enorme que incluso dividió familias separadas por unos pocos metros y provocó cientos de muertes, pero os aseguro que el mayor negocio de Berlín hoy en día es el “Mauer” (muro). Su destrucción en 1989 no sólo produjo la mayor operación inmobiliaria en Europa en la segunda mitad de siglo XX (pues los descampados que existían a su alrededor hoy se han convertido en los distritos financieros más importantes de la capital federal, llenos de rascacielos de arquitectura ultramoderna, como en Postdamer Platz), sino que hasta su comercialización en piezas de 2 cm3 (a 3 euros la pieza) supone una parte importantísima de los ingresos turísticos. Recordáis la entrada “Cuanto cuesta una lata de mierda?”, pues bien, teniendo en cuenta que su longitud era de unos 120 km., y tenía una altura media de 3,40 m., cuanto puede valer, en euros, el muro de la vergüenza? Tal vez algún ingeniero, calculando su grosor medio, me lo pueda aclarar…
3) Los “Ampelmann”. En 1961, cuando se construyó el muro, las autoridades comunistas del Este cambiaron los semáforos estándar peatonales, por nuevas formas de un peatón con sombrero en actitud de caminar (verde), o detenido con los brazos abiertos (rojo). El diseño obedeció a la psicología de que los usuarios responden mejor a los signos amigables, y aún hoy es una de las mejores formas de saber si uno está en el Berlín Este u Oeste.
Después de la reunificación se empezaron a sustituir los semáforos de Berlín Este por los mismos que había en el Oeste (y que están en el resto del mundo…) pero un movimiento ciudadano popular consiguió que se frenaran estos cambios y seguir con sus particulares peatones. Hoy el Ampelmann se ha convertido, junto a los restos del muro, en el principal símbolo de identidad de la ciudad.
http://www.ampelmann.de/
4) Hicimos una interesantísima y emotiva visita al campo de concentración nazi de Sachsenhausen, situado en Oranienburg, al norte de Berlín. Los alemanes crearon una serie de instalaciones de detención para encarcelar y eliminar a lo que ellos denominaban “enemigos del estado”. La mayoría de los prisioneros, además de judíos, eran comunistas y socialistas alemanes, gitanos, testigos de Jehová, homosexuales, clérigos cristianos, y personas acusadas de comportamiento “asocial”, es decir, mendigos, minusválidos físicos y psíquicos, librepensadores, desempleados…, todos marcados con círculos de colores distintos en función de su “disfunción”. Y me pregunto, cuantos de los miembros del club nos libraríamos, en base a esta clasificación, de entrar en el maldito campo?. Sólo os diré, por lo paradójico, que en su puerta de entrada los presos podían leer la frase “Arbeit Macht Frei” (El trabajo te hace libre)…
5) La comida y la cerveza son bastante más baratas que en España. Recomendables sus puestos callejeros de salchichas, especialmente las condimentadas con curry, sus kebaps regentados por la importantísima colonia turca y su abundante y variada cerveza. Es curioso ver como, en los tiempos que corren, permiten fumar casi en cualquier parte: estaciones, aeropuertos, comercios, bares, etc. Además, el botellón (especialmente de cerveza de 1 litro, y caliente) se ve por todos lados. Como excepción os comento que el precio del agua mineral y, sobre todo, del café, son prohibitivos. En cuanto al poleo, creo que podríamos tratar de introducirlo en Alemania, porque nadie lo conoce o lo tiene!
6) Las poleítas. Os diré que, aunque me quedo con el producto nacional, en media bastante superior cualitativamente al germánico, la existencia de “valores atípicos” por las calles de Berlín en percentiles comprendidos entre el 90 y el 100 en calidad, es muy superior al español. Aquí, en la terreta, es raro perder la respiración al ver un cañón por la calle, allí sin embargo, las teutonas Claudia Schiffer o Heidi Klum son dos muchachas “monas” más entre las muuuuccchhhaaaaasssss poleazas que se ven por la ciudad!!!
En fin, como una imagen vale más que mil palabras, os dejo el video de nuestro viaje (en una calidad no muy alta). La canción, cuanto menos, merece la pena… Su título me evoca a gran parte de la arquitectura berlinesa: “Made of stone” (de los Stone Roses).
lunes, 20 de agosto de 2007
Dueños del Hércules...¿os imagináis?
No es una idea que se ha hecho realidad de un día para otro. Will Brooks, según se cuenta en el sitio web, la tuvo en 2005 y la estuvo madurando hasta el pasado mes de abril. Básicamente, se trata de que cualquiera pueda convertirse en socio-accionista de la organización (un 'trust' que será sociedad limitada) con una aportación de 35 libras esterlinas anuales, y de que las decisiones se tomen a través de votaciones colectivas -con unas normas bien pensadas-. Un socio, un voto.
De esas 35 libras, 27,50 serán para la adquisición del equipo y 7,50 para la administración de la organización MyFootballClub. Cuando se pueda comprar el 51% de las acciones del club decidido -ahora mismo cuentan con una lista de 15-, si no tiene deudas, si tiene potencial para llegar a la 'Premier' y, por supuesto, si sus dueños quieren vender, se comprará.
Parece una locura, pero en sus primeras 24 horas en marcha obtuvieron medio millón de dólares. Ahora mismo van por más de 2.700.000 y 53.000 socios. Aunque para comprar un equipo de fútbol probablemente necesitarán mucho más, ahora mismo anuncian que negocian con cuatro.
Como experimento, resulta interesante: llevar el crowdsourcing al fútbol. Pero no se aplicará en toda la gestión del club. En realidad, la organización funcionará como un consejo de administración, y por debajo de ellos habrá profesionales encargados de llevar a cabo las decisiones que tomen.
En todo caso, en las normas del sitio se han querido cubrir las espaldas ante esta organización asamblearia y aseguran que "los miembros no podrán tomar decisiones que afecten a la estabilidad del club", como gastar demasiado en jugadores. Normal. A nadie le gustaría tener que enfrentarse a un grupo de aficionados ingleses cabreados.
Y si os gusta la idea, no os cortéis y vamos a hacernos socios, porque están abiertos a aportaciones de todo el mundo. ¿Acabarán siendo el primer equipo de fútbol global y organizado a través de Internet del planeta? ¿Seremos los dueños del Hércules, o del Alba, algún día?