Detrás de su fachada de cascarrabias se escondía una hombre muy culto. Me quedo, además de con su talento, con su voz y su escepticismo, con su afición al whisky, a las mujeres y a la conversación, con el pesimismo existencial que avoca a todo sentimental. En su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua (donde ocupaba el sillón B) dijo:
"Creo hallarme entre las personas dispuestas a defender su libertad no con la violencia y la sangre, sino con el pensamiento y la palabra".
Hombre de palabra, íntegro. Su féretro reposa cubierto por una bandera anarquista sobre la que se halla la medalla de la Real Academia. Un caballero auténtico, con mayúsculas.
Descanse entre las estrellas, os dejo con el link a un artículo publicado al efecto por David Trueba: El lujo fuiste tú
http://www.elpais.com/articulo/cultura/lujo/fuiste/elpepucul/20071122elpepicul_2/Tes
Las artes están de luto, nos ha dejado (como ha dicho su gran amigo Rafael Álvarez ‘El Brujo') el último renacentista. Buen viaje, maestro.
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