Todos hemos escuchado, e incluso alguno de nosotros afirmado, que las matemáticas no sirven para nada, que siendo una asignatura muy teórica, muy difícilmente pueden llevarse a la práctica. Para demostrar lo contrario, os contaré una anécdota que, aunque muy conocida, es bastante ilustrativa de todo lo contrario.
Ucrania, invierno de 1917. Acababa de estallar la Revolución Rusa, y un joven buscaba comida cerca de Odessa. En la calle, le sorprendieron un grupo de milicianos que buscaban agitadores, zaristas y nobles, para acabar con ellos.
Apresado, los soviéticos le llevaron ante el jefe de la milicia, quien preguntó a nuestro personaje a qué se dedicaba. El joven respondió que era matemático.
Craso error, pensó el jefe de los milicianos, y con una sonrisa en la boca dijo: “Calcúlame el error cometido al aproximar una función arbitraria por un polinomio de Taylor de n términos. Si lo haces bien, te dejo ir. Si no lo sabes hacer, te fusilamos”.
El joven, tembloroso, comenzó a dibujar con su dedo sobre la arena el desarrollo de una compleja fórmula. Su vida dependía de ello. Al acabar, el jefe guerrillero le echó un vistazo y ordenó que lo soltaran.
Años después, aquel joven (más crecidito), Igor Yevgenyevich Tamm, obtuvo el premio Nóbel de física de 1958, aunque nunca supo quién fue aquel jefe de milicianos con conocimientos científicos.
Quién ha dicho que las matemáticas no sirven para nada? Como veis, pueden llegar a ser cuestión de vida o muerte!!
Q.e.d.
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